domingo, 17 de marzo de 2013

AMANECER DRYADE


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Rueda la vida y rueda mi historia
y me bajo de la rueda
pues no quiero ruedas,
ni quiero vueltas en esta noria.

Camino y me alzo hacia el viento,
¡viento de la vida!
Encontré tus escondidas,
volamos invisibles,
surcamos lo temible.

¿Me llevas hasta la playa?
y en la arena me arrodillo,
mis brazos se abren
¡que el polvo se eleve!
Mi vestido se quema
y las olas se enredan,
cierro los ojos y los abro por dentro,
ahí en ese silencio
un rayo de luz alcanza la plenitud,
de conectarse con mi universo azul,
¡no hagas nada! esta es tu verdadera morada,
me envuelvo de ella
me siento su estrella,
bajo y creo un todo
y me veo en este planeta desde las altas esferas.

¿esta fui yo?
me admiro ante mí
y me dedico una sonrisa satisfecha,
por haber recogido mi cosecha.

Me levanto del oasis,
mi cuerpo no está cansado
ha levitado
y miro al horizonte,
sol grande
que me espera ,
me invita a cenar en su danza
en mi mirada confiaste ,
la atraviesas con tus llamas…
y me fundo,
me encuentro a mi misma por segundos
y atravieso y destrozo el tiempo,
lo paro, me río de él, lo pongo del revés,
y con maestría sale una dulce melodía .
.


SOL DEL NORTE

voy hacia delante,
anda siempre vigilante.
Que la luna está deseando de ocultarse.
Tu clase dame
tu suave desparrame,
tu calentura y tu locura.

Una esfera grande me dice ven a mi medio,
Alza los brazos y mira los ojos de los que están a lo lejos.

Veo sus rostros,
algo esperan de mi
Y sin pensarlo comienzo a Dios sentir,
Y con mis manos muevo ,
muevo el todo, el tiempo se mueve y en mi desvanece
el tiempo presente,
recibe en su hueste
a millones de seres,
el tiempo celeste en mis manos lo tienes.





María Arévalo García.






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