Fuiste la razón de mi sin razón,
fuiste mi mente y mi corazón,
fuiste simple y a la vez compleja,
te sentí como alma vieja,
siempre muy cerca y sin más opción.
Fuiste mi aire y mi agua,
mi fuego y mi tierra,
mi alfa y omega,
viviste en mi cual divina bendición,
que me elevaba de dimensión.
Nunca me sentí tan pleno de tantas bellezas,
convertidas ahora en auténticas impurezas,
de la noche al día,
de ellas paulatinamente me despojo
hasta que no quede ni un solo rastrojo,
en su forma más pura,
pero no me liberaré de su esencia más madura,
cómo nunca olvidé anteriores andaduras
por otros amores de diferentes texturas,
de diferentes olores,
porque prefiero recordar sin dolor,
que olvidar todo ese amor.
Sinoé Sácher Jiménez
